No es ninguna novedad que el juego es un auxiliar
muy importante para el aprendizaje en los niños pero también en los adultos, y
el tarot no escapa de esta visión. El juego en el adulto agiliza la mente, estimula la
creatividad y abre la puerta para tener en cuenta otros puntos de vista sin
imposiciones teóricas “cuasi inapelables”. Estas razones, además de las ganas de pasarla bien, han
hecho que los incluyamos en nuestras actividades grupales.
Por eso, desde que comenzamos con el grupo,
centramos la idea en colocar juegos, o pasatiempos, que involucraran (de una u
otra manera) temas que permitieran buscar nuevos costados en el aprendizaje del
tarot. Así surgieron numerosas propuestas: comparaciones de todo tipo (si
fueran plantas, animales, paisajes) y un sinnúmero de asociaciones de las que
no quedaron fuera las canciones, películas, cuentos infantiles, frases, arte
pictórico y otras opciones más terrenales como la comida. Hacerlos enfrentar en
“luchas” nos permitió encontrar su lado “negativo” hecho que nos acerca mucho a
sus significados invertidos.
La idea es esa: jugar y, al mismo tiempo, aprender
sobre este antiguo arte, actualizándolo a las cosas cotidianas pero sin perder
su esencia y dándole su costado contemporáneo.
Quizás muchas personas, acostumbradas a la
enseñanza tradicional del tarot, no comprende el estilo del aprendizaje a
través del juego (el romper las estructuras) y esperan hallar los típicos datos
tradicionales (aunque los puedan encontrar
en cualquier libro o en miles de páginas de internet) servidos en bandeja: que se coloque una carta con el
epígrafe: “si sale al derecho es tal cosa y al revés, tal otra”. No es nuestra
forma, aunque lo hagamos en determinadas ocasiones o ante alguna
pregunta específica.
Igualmente, para quienes les gusta teorizar, o
probar sus conocimientos (hecho que se ve en los programas de preguntas y
respuestas donde tratamos de probarnos contestando en casa), también armamos
acertijos, crucigramas, rompecabezas y muchos juegos “dementes”, donde se puedan
accionar esos conocimientos teóricos y así completar las consignas. Nuestro
propósito varía entre pasarla bien y la necesidad de lograr “abrir mentes”,
para aumentar la percepción, jugar con la creatividad (que muchas veces se
dispara asociando ideas que, quizás en un principio, no tienen nada que ver
entre sí hasta lograr alguna conexión) y así provocar a la intuición, para que
haga acto de presencia en el momento oportuno.
Alguien dijo “Volved a ser como niños” y quizás esa
sea la forma de romper esas estructuras, creadas por la costumbre, y nos
permita abrir la percepción a “algo más”; y de eso se trata el tarot: de
vislumbrar otras cosas que no se ven a simple vista, o solo se sospechan,
ahondar en una problemática y buscar alternativas para que quien consulta sepa
dónde está parado y decida si avanza o no. El futuro… luego se verá! Primero
caminemos el presente…
Con el paso del tiempo, seguramente algún
integrante en una consulta, recuerde alguno de estos juegos y consiga dar más
información al ver una carta, que no solo sea lo que dijo el autor de turno.
Jamás me voy a olvidar el “barwoman” de Nicolás Rosas, al ver a la Templanza (y
estar jugando al juego de las profesiones) ni las descripciones
“atuendo/posicionales” de Marina Castagnino, que es capaz de darle la vuelta a
un dobladillo para agregarlo a la interpretación del personaje, y eso solo lo
da el liberarse al jugar .
Por último, tengamos en cuenta que:
“El tarot no deja de ser un juego, solo hay que
atreverse a jugarlo”
Liliana Cavallini